Hoy en día, las nuevas
tecnologías al alcance de todos han causado un fenómeno muy común y habitual en
prácticamente toda la sociedad. Y es que todos tendemos a confiar plenamente en
nuestros dispositivos móviles y en nuestras cámaras para captar cualquier tipo
de imagen sin tener en cuenta la finalidad o el destino de dicha instantánea. Claro está que la calidad de los lentes ha mejorado mucho, pero aun así se debería
de tener muy en cuenta este último factor, es decir, a quién va a ir dirigida
nuestra fotografía.
En este sentido, hacemos hincapié
en la importancia de recurrir a un buen profesional para, por ejemplo, mostrar
nuestra imagen en un Curriculum Vitae o en una carta de presentación. Muchas
veces creemos que cualquier foto hecha por nosotros mismos sirve. Incluso muy a
menudo se acude al tradicional “Fotomatón”. Pero esto suele ser un error. La
apariencia en casos como el de buscar trabajo, es muy importante la primera
impresión, por ello hay que cuidar muy bien cada detalle.El profesional de la fotografía
siempre te podrá aportar mayor calidad y además, aconsejar en la mayoría de los
casos.
Normalmente caemos en el
convencimiento de que el tamaño de una fotografía de curriculum es igual
que la del D.N.I o cualquier otro documento oficial. Sin embargo, no es así. Ya
que para el primer caso se nos permite la licencia de que sea de dimensiones un
poco mayores para que se aprecie mejor la imagen.
Por otro lado, el buen profesional de la imagen suele realizar una labor de
post-procesado para arreglar los posibles fallos que pueda haber y así ofrecer
un resultado cuidado y que el cliente quede satisfecho, porque una buena imagen
vale más que mil palabras.